Un sueño de los que se deben compartir.
Había una guerra mundial, el ambiente oscuro por humo y polvo del desorden. Explosiones, rostros asustados, disparos, una locura. Durante esa terrible situación entre las nubes aparecieron incontables naves redondas con formas de tortuga.
Las naves estaban en estacionario, chocaban una con otra como si jugaran. Entonces las naciones decidieron detener la guerra y unirse para atacar a esas naves. Era imposible, los disparos y misiles las atravesaban como si fuesen naves-fantasma.
Repentinamente dichas naves absorbieron a personas seleccionadas de la tierra entre las cuales estábamos papá Leoncio y yo. Dentro, en un salón blanco como una oficina, con mesas y sillas de madera, había además pantallas para ir viendo noticias de la tierra mientras las naves se alejan a gran velocidad por el universo. Por un gran vidrio podía verse que nos alejábamos del sistema solar.
Un “militar humano” con traje gris y un arma muy extraña nos custodiaba dentro de la nave, y viendo él que nosotros veíamos las noticias nos dijo: “Google tomó el control de la tierra”; —dentro de la nave vi pasar entre puertas a “humanos altos y con grandes jorobas”, parecían nórdicos, gruesos y con ropa muy extraña. No hablaron.
Y hasta que llegamos a su mundo, supongo, un lugar sencillo pero en paz, pequeños edificios de 3 niveles que parecían recién creados para recibirnos.
Recuerdo que iba caminando y hablando con el “militar humano” por un parque que quedaba frente a los edificios, en el diálogo pregunté: ¿Hay más humanos en otros mundos?, el militar suspiró y con ánimo respondió: “El universo está repleto de humanos, ustedes han estado secuestrados por mucho tiempo”.
Yo suponiendo que todo esto había sido “el rapto de la iglesia”, finalmente le pregunté: ¿Conoces a Jesús, el Cristo?, ¿Qué opinas sobre él?, —pero su respuesta fue para mi tristemente impactante, dijo: “...Uff, ese es el comandante más cruel de todo el universo, su mensaje en teoría es hermoso, pero en la practica no funciona. Ese comandante es tan cruel que convence a sus seguidores de que deben sacrificar la vida por él”.
Miré hacia otro lado, decepcionado y pensé: “Ni aún estos que tienen ciencia para volar el universo han logrado comprender el gran mensaje que nos dejó nuestro maestro Jesús, enviado de Dios”.
— Algunos años atrás.